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Josefina R. Aldecoa, Historia de una maestra


Yo me decía: No puede existir dedicación más hermosa que ésta.


Historia de una maestra (Anagrama, 1990) es un homenaje a las maestras - y maestros - que intentaron llevar a cabo el sueño pedagógico de la Segunda República. Josefina Rodríguez Álvarez (La Robla, 1926 - Mazcuerras, 2011) fue hija y nieta de maestras, dedicó su vida a la pedagogía y fundó el colegio Estilo, cuyo proyecto educativo se inspira en el legado de la Institución Libre de Enseñanza. Se casó con el escritor Ignacio Aldecoa; a su muerte en 1969 adoptó su apellido como nombre literario. Josefina R. Aldecoa formó parte, en León, del grupo creador de la revista Espadaña. En Madrid, desde 1944, mantuvo relación con los principales escritores de la generación del medio siglo. En los años ochenta escribió novelas como Los niños de la guerra o Porque éramos jóvenes. Con Historia de una maestra inició una trilogía que completan Mujeres de negro y La fuerza del destino.
Gabriela López Pardo es la protagonista de Historia de una maestra. La acompañamos, en sus distintos destinos, desde el día en que acabó la carrera hasta los primeros días de la guerra civil, en un relato que en 1989, a partir de sus recuerdos, dirige a su hija.

Entre la incapacidad de expresión oral y la poca necesidad de comunicación que tenían mis nuevos convecinos, transcurrían los días en un aislamiento parecido al de Robinson Crusoe.

- Y qué tienen que aprender las mujeres - dijo -. Tarea les sobra con atender la casa y los animales.

Es emocionante compartir con Gabriela sus primeros destinos en inhóspitos lugares de las montañas leonesas e, inesperadamente, en Guinea (el comienzo del sueño, primera parte de la novela), de vuelta en el mundo rural, conocer al maestro del pueblo de al lado, Ezequiel, y casarse con él e intentar juntos poner en práctica la propuesta educativa de la República recién nacida (el sueño; segunda parte), y, finalmente, el destino compartido por el matrimonio en un pueblo minero (el fin del sueño; última parte). Los maestros rurales, la escuela unitaria, el mundo sin luz eléctrica, la coeducación, las clases para adultos, la escuela laica, los caciques, los curas, los alcaldes, la ignorancia... Una hermosa historia, que nos hace recordar Una temporada para silbar. Pero una historia en la que, desde las simbólicas fechas en que Gabriela obtiene el título o en que nace su hija, pesan más la estructura narrativa y los momentos históricos a los que se quiere ligar que la fuerza de los personajes.
El sueño pedagógico de la República se frustró y hoy el sistema educativo sigue lejos de alcanzar los ideales krausistas. Sin embargo, no es extraño escuchar comentarios repugnantes como los que escuchaba Gabriela:

- Al principio te será difícil pero ya te irás acostumbrando. Los chicos son como animales pero hay que domarles. Y cuando no respondan, palo...

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