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Quique Peinado, Futbolistas de izquierdas

Caszely, con 19 años y todavía sin su característico
bigote, portada de la revista Estadio en abril de 1969.
Se dice en Futbolistas de izquierdas - Léeme, 2013 - que, en opinión de Lucarelli, los futbolistas son considerados superficiales si no opinan, pero, si se manifiestan, se buscan problemas y se dice que están politizados. Por otra parte Endika (marcó el gol de la última final de Copa ganada por el Athletic, en 1984) considera que el futbolista no debe manifestar opiniones por respeto a la pluralidad de la afición. En cualquier caso, lo cierto es que no es habitual que los futbolistas expresen su pensamiento político. Además, es siempre de agradecer que el fútbol y el deporte se aborden también a la manera de grandes periodistas como Alfredo Relaño, Enric González o John Carlin. Por eso, un trabajo como Futbolistas de izquierdas resulta interesante y atrayente. Lo son todas las historias que en él se cuentan en torno al Mundial de Argentina 78. Especialmente cómo, casualidades de la vida, Ángel Cappa salvó la suya en dos controles policiales. Es interesante también cuanto se cuenta sobre Sócrates, la Democracia Corintiana y el fútbol brasileño. El relato que inicia el libro, en torno a Agustín Gómez, uno de los niños que partió del puerto de Bilbao durante la guerra civil con dirección a la Unión Soviética. Allí triunfó como futbolista y llegó a jugar con la selección de la URSS los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952. Luego, tras el acuerdo con Franco, en 1956, que permitía la vuelta de algunos de aquellos niños, Gómez regresó a España y jugó en el Atlético de Madrid al tiempo que ejercía como espía de la KGB. Gómez llegó a ser un importante dirigente del PCE y se enfrentó a Santiago Carrillo cuando éste se alejó de Moscú. El atrevimiento de Aitor Aguirre y Sergio Manzanera, jugadores del Racing de Santander, que lucieron un cordón negro a modo de brazalete tras los últimos fusilamientos del franquismo, los del 27 de  septiembre de 1975. E interesante también el esfuerzo del periodista Quique Peinado por hablarnos de futbolistas desconocidos.
Pero poco más. La verdad es que el libro decepciona al lector y, exagerando, podría pensarse que hubiera sido más adecuado titularlo "Futbolistas del entorno de ETA y otras historias". Se dice en el comienzo del libro que:
Algún espabilado, que siempre tiene que haber alguno con estudios, habrá reparado en que aquí no sale Diego Maradona, Jorge Valdano o Eric Cantona. No, no aparecen. (...) Tal vez que hablara un poco más de César Luis Menotti (...) de Joaquín Sierra Vallejo "Quino" (...) También echaréis de menos a Paul Breitner".
Efectivamente, Futbolistas de izquierdas no habla de ninguno de ellos. De Breitner, se deduce que por una manía personal del autor, de Quino o Pablo Infante porque no le concedieron una entrevista - argumento que se viene abajo cuando el libro habla de Vicente del Bosque u Oleguer Presas que tampoco se la concedieron -, las ausencias de Menotti, Maradona, Valdano o Cantona ni siquiera se justifican. Eso sí, se llama "espabilado" al que note la falta. A la vista del contenido del libro, se trata de ausencias totalmente injustificadas. Quizá para compensar se habla de David Villa; no porque Villa se haya manifestado nunca de derechas o de izquierdas, sino porque es de izquierdas su mejor amigo del colegio o quizá porque cómo hablar de izquierdas y no citar la cuenca minera asturiana.
Eso sí, no falta en Futbolistas de izquierdas la acción más mítica y heroica. La del ejemplo de valor y dignidad de Carlos Caszely, el jugador más importante de la historia de Chile, que, con sólo veinticuatro años (que para estas cosas también importa la edad), en una audiencia previa al Mundial de Alemania 74, le negó la mano y el saludo al General Pinochet. Apenas unos meses después del golpe de Estado. Caszely salió de Chile y jugó en el Levante y triunfó en el Español de Barcelona. Su madre fue torturada, pero Caszely no lo hizo público hasta 1988.
Un libro que no es de ficción y sí fruto de un trabajo de información, investigación y documentación - más allá de su condición divulgativa - debe caracterizarse por el rigor. Sin embargo, en Futbolistas de izquierdas hay demasiado errores históricos de sencilla comprobación y corrección; Tolstoi y Dostoievski no son escritores soviéticos, la Liga de Fútbol Profesional no existía en 1953, durante la celebración del Mundial de Argentina el Papa no era Juan Pablo II, ni siquiera Juan Pablo I, en 1976 la policía todavía era Armada y no Nacional y Fraga era ministro de Gobernación y no de Interior... En este sentido, llama la atención que la única nota a pie de página del libro aparezca en el epílogo del diputado Alberto Garzón.

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