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Jose Dalisay, Pasando el rato en un país cálido

Busto de Ferdinand Marcos erigido
en los años setenta en los alrededores de  Baguío
y destruido por un atentado en diciembre de 2002. 
Noel Bulaong viaja desde Estados Unidos a Filipinas para asistir al entierro de su padre. Durante el vuelo de quince mil kilómetros brotan y se entremezclan los recuerdos de su vida; una infancia provinciana y humilde en el seno de una familia de clase media, la llegada a la Universidad con diecisiete años, los meses de vida semiclandestina fruto de su fe maoísta, la consecuente tensión con la familia, su encarcelamiento durante los primeros meses - en 1973 - de la Ley Marcial durante la dictadura de Ferdinand Marcos, sus comienzos en el periodismo, su trabajo en el grupo de asesores del viceministro de Bienestar Social, su decisión de trasladarse a Estados Unidos, las reapariciones de los viejos camaradas cuyas vidas siguieron caminos diversos...
El relato de Pasando el rato en un país cálido (1992; Libros del Asteroide, 2012) que, siendo fluido, no resulta apasionante, cobra fuerza e interés en su parte final, cuando la acumulación de recuerdos, a veces algo confusa, adquiere sentido y su protagonista se nos muestra como un tipo corriente que, en su día, comprendió que más le valía "pasar el rato" que morir como un héroe.
Seguramente fueron los ideales de la juventud y el ambiente universitario de aquellos comienzos de los años setenta los que llevaron a Noel a una militancia comunista que no llegó a derivar en más acciones que protestar en las revueltas estudiantiles y compartir piso con tres camaradas:
Que todos nos conociéramos y estuviéramos comprometidos con la destrucción del imperialismo estadounidense, el feudalismo y el capitalismo burocrático - la triada de nuestras aflicciones personales, ese era el nombre que les dábamos - hacía que ahí nos sintiéramos bastante seguros".
Pero tras la ley marcial y el paso por la cárcel
cuando me liberaron, sabía que no quería morir. Era más fácil creer que me había equivocado y que adolecía de un infantilismo fácil de perdonar que creer que estaba en lo cierto y que, por tanto, debía perseverar, ser un héroe a pesar de mi edad, de mi clase (...)
Había otros que sabían más, que eran más fuertes, que tenían razones más firmes que las mías para acechar al enemigo, razones santificadas por la sangre. Que lo hicieran ellos. Esa era mi excusa: yo no era nadie".
Y es esta condición de no-héroe del protagonista la que da calidez al relato, la que lo hace cercano pues resulta más fácil a las personas corrientes - al lector - identificarse con un tipo normal y comprender su comportamiento, sus contradicciones, sus miserias que hacerlo con un héroe. Sin duda nos agradaría más la historia de un hombre valiente capaz de enfrentarse a la dictadura hasta vencer o morir, pero Pasando el rato en un país cálido nos ayuda a comprender que, en semejante tesitura, se opte por pasar el rato y sobrevivir. Y podríamos reprocharle a Noel que una cosa es sobrevivir y otra acabar escribiendo discursos para los gobernantes; pero tanto la novela como la vida nos dan ejemplos de quienes abrazaron con fervor - y enriquecimiento - lo que aborrecieron, e incluso combatieron, en la juventud.
José Dalisay (Romblón, Filipinas, 1954) nos dice en el prólogo que la novela se inspira libremente en sus recuerdos; él, como Noel, estuvo encarcelado siete meses, a los dieciocho años, en 1973, como sospechoso de subversión. La edición de Pasando el rato en un país cálido de Libros del Asteroide es la única obra de Dalisay publicada en España.

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