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Heda Margolius Kovály, Bajo una estrella cruel

Heda Margolius Kovály en la cafetería
de la Casa Municipal de Praga
Bajo una estrella cruel se publicó en Canadá, en checo y en inglés, en 1973. Ahora, cuarenta años más tarde, lo rescata, por primera vez en castellano, Libros del Asteroide. Nos parece un libro de memorias, las de Heda Margolius Kovály, una mujer cuya vida quedó marcada, como ella misma nos dice al comienzo de su relato, por tres fuerzas; Hitler, Stalin y ese pajarillo interior alojado junto al estómago que la hizo comprender que el amor está siempre por encima del odio y que la vida siempre triunfa. Pero en la perspectiva de su primera publicación, Bajo una estrella cruel no fue, parece evidente, un libro de memorias sino un libro de denuncia. Publicado poco después de que su autora – apenas entonces a la mitad de su vida – saliera de Checoslovaquia, el libro es una denuncia del régimen comunista y, en concreto, del asesinato de Rudolf Margolius, primer marido de la autora.
Heda Bloch fue una mujer judía nacida en Praga en 1919 - murió en 2010 -. Durante la S.G.M., junto con su familia, fue trasladada primero al gueto de Lodz y más tarde a diversos campos de concentración hasta acabar en el de Auschwitz. Heda fue la única superviviente y, en los últimos meses de la guerra, al ser trasladada a otro campo, como consecuencia del avance soviético en Polonia, consiguió escapar y regresar a Praga, donde, con poca ayuda de los viejos amigos, consiguió esconderse hasta la liberación de la ciudad por el ejército soviético. Se casó con su amigo, también judío superviviente de los campos, Rudolf Margolius. Tuvieron un hijo, Iván. Rudolf entregó su vida al trabajo por sus ideales comunistas y llegó a ser Secretario de Estado de Comercio Exterior. Pero en 1952 fue víctima de una purga estalinista, el caso Slansky, y condenado y ejecutado, como otros diez de los catorce acusados. Tras la muerte de Stalin y la llegada al poder en la URSS de Nikita Kruschev, se produjo un cierto revisionismo del periodo estalisnista. Por mimetismo, se produjo el mismo fenómeno en Checoslovaquia y, como consecuencia de ello, pasados los años, se produjo la completa rehabilitación de Margolius y el resto de condenados en el caso Slansky, que fueron declarados completamente inocentes.
Bajo una estrella cruel inicia su relato en el otoño de 1941, momento de la deportación de los judíos de Praga, y lo finaliza en septiembre de 1968, con la salida de Heda Margolius Kovály de su país después de que los tanques soviéticos acabaran con la Primavera de Praga.
Con una prosa sencilla, cálida y serena, la autora nos relata los acontecimientos que antes he referido, pero, sobre todo, nos habla de la importancia de vivir, de superar el dolor, el sufrimiento, las penalidades, las injusticias… Del coraje interior que, increíble e inesperadamente, nos da fuerzas para seguir vivos en los momentos peores – esclavos hambrientos, congelados y desnudos en un campo de concentración, víctimas indefensas de un Estado totalitario… -. El valor, hoy, de Bajo una estrella cruel no está, claro, en la denuncia política sino en la reflexión sobre la vida humana. El horror y el sinsentido de la muerte y la persecución de millones de personas durante el siglo XX. La vida de Iván Margolius, ninguno de cuyos familiares – padre, abuelos, tíos… -, salvo la excepción de su madre, murió de muerte natural sino víctimas del nazismo o – el padre -  del estalinismo. La imposibilidad de la vida humana, la imposibilidad de la felicidad, cuando todo se sacrifica a un trabajo, a unos ideales, cuando la sociedad está dominada por una ideología, por un partido, por la corrupción. Lo explican bien estas palabras (pág. 100):
Pero acabé dándome cuenta de que una vida tranquila y sencilla ni es normal ni se logra fácilmente. Para poder vivir y trabajar en paz, criar hijos y disfrutar de las pequeñas y grandes alegrías que ofrece la vida, no sólo es necesario encontrar la pareja adecuada, escoger la ocupación adecuada y respetar las leyes del país y de la propia conciencia, sino, sobre todo, debe existir una sólida base social sobre la que construir dicha vida. Es necesario vivir en un sistema social con cuyos principios fundamentales uno esté de acuerdo, bajo un gobierno en el que se pueda confiar. No se puede construir una vida privada feliz en una sociedad corrupta, del mismo modo que no se puede construir una casa sobre el fango, hay que poner antes los cimientos".

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